Artículo publicado en el nº 2 de http://kaiserkratos.com/
No
se vislumbra todavía luz al final del túnel y ya comienzan a esbozarse los
factores de la próxima piedra de toque de la economía española. Políticos y
autoridades europeas compiten por la reducción del déficit que exigen los
mercados, dejando de lado el crecimiento cuando comienza a asomar por el
horizonte una palabra maldita para todos los analistas económicos:
estanflación.
La
estanflación es la suma de los dos grandes males de una economía, el
estancamiento o recesión del PIB y una inflación elevada. ¿Se dan esas
condiciones en España? La economía creció un 0.7% en el año 2011 y se saldó con
más de cinco millones de parados, el 23.2% de la población activa. Las
previsiones no son mejores, recientemente, la patronal pronosticaba una tasa
varias décimas por encima del 25%, lo que supone más de seis millones de
desempleados y las cifras de "crecimiento" que pronostican entidades
internacionales son igualmente pesimistas: el FMI prevé una contracción del
1.8% para este año y niveles cercanos al 0 en 2013.
Con
estos datos macroeconómicos el estancamiento es evidente, para generar empleo a
niveles considerables y conseguir reducir la tasa de desempleo es necesario que
una economía crezca por encima del 2%. En los pronósticos que se realizan sobre
España ese dato no aparece hasta 2014 o 2015, siempre y cuando la política de
recortes cesase y se comenzase a aplicar políticas activas de empleo, lo que de
momento no entra en los planes de los dirigentes europeos.
Con
el estancamiento económico en marcha, hay que observar los datos de inflación
para ver si estamos cerca de la temida estanflación. La inflación interanual en
agosto de 2012 fue del 2.7%. Comparado con países en desarrollo o que padecen
ciclos inflacionistas es muy baja (Venezuela tuvo un 18% en el mismo periodo),
pero para el contexto de la eurozona son datos preocupantes, puesto que la
principal función del BCE es que la inflación sea siempre lo más cercana
posible al 2%
La
previsión es que la inflación siga subiendo paulatinamente debido al aumento de
los precios de los carburantes por la tensión en las principales zonas
productoras y distintos medios especializados españoles consideran que no será
un grave problema.
Sin
embargo, un análisis detallado de todos los factores que alteran la inflación
reflejan que el riesgo inflacionista es mayor de lo que apuntan las
previsiones.
La
inflación se ve modificada por distintos factores exógenos, como puede ser el
aumento de los precios del petróleo. Estos parece que van a seguir en aumento,
más si cabe si finalmente Mitt Romney se convierte en el nuevo presidente de
los EE.UU. puesto que ya ha avisado el Partido Republicano sobre una posible
intervención en Irán, lo que supondría un alza significativa por la tensión que
se generaría en Oriente Medio.
Otro
factor vital a la hora de prever el aumento de la inflación es la cotización
del Euro. Cuanto mayor sea su valor respecto a las principales monedas más
baratas serán las importaciones y al contrario, una depreciación del Euro
supone comprar productos extranjeros a precios más caros. Es ilógico por parte
de los analistas pensar que crecerán las exportaciones por la devaluación de la
moneda única y que no van a aumentar los costes de la importación de petróleo,
material industrial y químico por esa misma causa.
La
última de las causas exógenas la trae el BCE, si sigue inundando de liquidez la
economía con sus compras de bonos en el mercado secundario, la inflación
seguirá apuntando hacia arriba, mientras que el problema de las primas de
riesgo no se solventará pues los inversores ya no observan los datos de déficit
si no las posibilidades de crecimiento de los países intervenidos o en vías de
rescate.
El
último de los eslabones de la inflación es interno; son las subidas de
impuestos. La subida del IVA, el céntimo verde, el céntimo sanitario, el
impuesto a la energía nuclear, la subida del tabaco y del alcohol forman un
paquete que termina por aumentar los precios de la luz, el gas y la cesta de la
compra. Con esto el panorama de la inflación se antoja preocupante, pudiéndose
instalar en el 3% con riesgo de escalada.
Las
opciones, si observamos los manuales son pocas, intentar solucionar el problema
del paro aumentando la liquidez y bajando los tipos de interés aumentaría la
inflación y, en caso de lograr su objetivo, el mismo crecimiento económico, al
ajustarse los sueldos al IPC, genera a su vez más inflación. Si miras el otro
lado de la balanza, contener la inflación cerrando el grifo del dinero
ahondaría en la recesión de una economía ya de por si hundida. Es el eterno
dilema de la manta corta, o te cubres la cabeza, o te cubres las piernas, pero
no ambas a la vez.
Veremos
en los próximos meses que deciden los dirigentes europeos, si incluyen en su
agenda de recortes impulsar el crecimiento o, como supongo, contener la
inflación.
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