Con motivo de las pasadas
elecciones en Estados Unidos hago esta breve descripción sobre el sistema
electoral estadounidense que tiene como elementos clave la circunscripción, el
método indirecto de la elección y la fórmula de reparto.
El primero de los puntos, el de
la circunscripción, es el más parecido en forma al sistema electoral español.
Aquí la circunscripción es la provincia (50 en total) y allí los estados (50)
más el Distrito de Columbia. Sin embargo, la legislación que regula el voto no
es común para toda la nación, cada estado en virtud de su autonomía fija los
requisitos para votar, siendo en común la edad para votar y la no
discriminación. Así cada estado establece registros previos más o menos exigentes (únicamente tienen derecho a voto todos aquellos estadounidenses que se han registrado previamente) con varias semanas
de antelación o exige diferentes tipos de documentación a la hora de identificarse para votar (en EE.UU. no usan "DNI"). Además, cada estado
escoge cuando comenzar las votaciones de manera que hay estados que permiten
el voto varios días antes para evitar aglomeraciones o facilitar la participación para aquellos que no pueden ir a votar el día de la elección. Otros en cambio han
exigido unos trámites burocráticos densos que han dificultado las posibilidades
del voto. Se ha dado esto en estados de gobernador republicano, donde se han endurecido los requisitos durante el verano, mientras que en los estados demócratas estas iniciativas han sido rechazadas.
La circunscripción es el estado y
se denomina como colegio electoral. Esto es así debido a que la elección de
presidente es indirecta, colegiada. Del resultado del colegio electoral salen
elegidos los electores, delegados que escogen al presidente en asamblea, por lo
que el votante no vota directamente al presidente como en el sistema francés
sino que escoge a unos representantes que posteriormente eligen al presidente.
Curiosamente este método de elección no nos es tan lejano ya que fue el
escogido durante la II República Española, donde el presidente no era elegido
por el parlamento sino en elecciones presidenciales a través de colegios
electorales.
El número de electores que tiene
cada colegio electoral se corresponde con los congresistas de cada estado en
las dos cámaras legislativas federales (Senado y Cámara de Representantes) y
estos varían en función de la población. De esta manera, el estado más poblado,
California, dispone de 55 electores (2 senadores y 53 representantes) y los
menos poblados, como Wyoming o Montana tan sólo tienen 3 (2+1). El criterio por
el que se otorgan los electores también varía en función de cada estado. Debido
a la autonomía legislativa antes mencionada, cada estado establece la fórmula
de reparto del colegio electoral. Actualmente la forma más extendida es la
mayoritaria uninominal. Esta fórmula fomenta el bipartidismo y el "voto
útil" debido a que se otorgan todos los electores del colegio a aquel
partido con más votos en el estado, tirando
a la basura los votos obtenidos por las formaciones perdedoras. Al no
seguir criterios proporcionales es igual de valiosa una victoria por un voto
que por cientos de miles. Ejemplo de ello es que es más valiosa la victoria en
Florida de Bush en el año 2000 por 500 votos que le dieron 29 electores clave,
que los dos millones de ventaja que ha obtenido Obama frente a Romney en el
estado de California. Esta circunstancia hace que se hable al finalizar las elecciones de voto electoral, que marca
quien ha vencido en las elecciones, y el voto popular, que sirve para analizar
el grado de división del país. En estas pasadas elecciones la diferencia ha
sido de tres millones, dos de ellos en California, lo que refleja que
exceptuando en ese estado la sociedad americana está bastante polarizada. Hay
dos excepciones al modelo mayoritario uninominal y es que en Maine y en
Nebraska se utiliza una fórmula proporcional mayoritaria que es algo más
representativa, aunque por el escaso número de electores que se ponen en juego se pierde este efecto.
Por todas estas circunstancias y
en un país con más de 120 millones de posibles votantes, las campañas
electorales termina siendo una batalla limitada a un puñado de estados, los
swing states, que son aquellos donde más ajustados son los resultados según los
sondeos y dentro de estos estados principalmente en los que ponen en juego
mayor cantidad de electores. En estas pasadas elecciones New Hampshire era un
swing state con sólo 4 electores en juego, mientras que Florida, el estado más
disputado en las últimas elecciones otorgaba 29 electores por lo que las
estrategias de campaña se centraron más en Florida que en New Hampshire.
Finalmente, ninguno de los
estados donde se iba a plantear batalla fue determinante y la victoria de Obama
fue más holgada de lo que se esperaba en los sondeos, venciendo en algunos que el Partido Republicano debería haber ganado si realmente quería tener opciones, como Colorado o Wisconsin.
Y para terminar, hablar sobre el día de la celebración de las elecciones, el primer martes después del primer lunes de noviembre. Estados Unidos es un país de reciente creación y con escasa historia por lo que se ha tratado desde sus orígenes crear tradiciones que afiancen la unidad nacional y una de ellas es esta. Se celebran siempre las elecciones en noviembre porque en el Siglo XIX la sociedad norteamericana era muy rural y marcaba de manera clara la política estadounidense. Para que pudiese votar el sector rural se determinó que fuesen en noviembre, pues es el mes posterior a la cosecha y de entre los meses anteriores a la siembra es el más benigno climáticamente, ya que en diciembre la nieve y la lluvia anegaban los caminos del país. Se planteó la posibilidad de realizarse en domingo, pero el profundo sentimiento religioso de la nueva nación exigía inactividad en el día del señor. A esto se añade que por aquel entonces los colegios electorales eran escasos y Estados Unidos un país con mucho territorio, así que la gente no llegaba en un sólo día hasta el lugar de la votación, por lo que tenían que salir con un día de antelación y este no podía ser el domingo, así que partían en lunes. Y por último, otra vez por motivos religiosos, el día 1 de noviembre es una festividad cristiana de duelo por lo que no era compatible con una votación. Todo esto ha sido mantenido y ya es parte de la cultura popular estadounidense y, aunque el resto de elecciones del país pueden celebrarse en otras épocas del año, por lo general se sigue la tradición.
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